Indudablemente las vacunas son el gran logro científico de la medicina moderna, ya que han permitido que miles de millones de personas que de otra manera hubieran (o hubiéramos) muerto o sufrido serias discapacidades debido a las más variadas infecciones puedan desarrollar una vida sana y normal. Y esta gran herramienta sanitaria global debería estar únicamente al servicio de la humanidad por encima de cualquier otra cuestión.
Por ejemplo en las últimas décadas, la vacunación contra el virus de la polio ha permitido disminuir drásticamente (de 50.000 casos anuales en 1980 a menos de 300 en 2012) la incidencia de la enfermedad, de tal manera que estamos a punto de poder erradicar del globo terrestre totalmente este patógeno y olvidar la enfermedad que causa. Este sería el segundo caso (tras la exitosa campaña de erradicación de la terrible viruela) en la que el ser humano elimina totalmente un peligroso virus. Entonces ¿que impide hacer efectivo y completo este triunfo médico?
Pues simplemente una explosiva mezcla de ignorante geopolítica y fanatismo religioso. Resulta que los líderes de EEUU (con su presidente a la cabeza) embebidos en su particular visión imperial del mundo, decidieron utilizar la máxima de que “el fin justifica los medios” para terminar de una vez por todas su particular caza del hombre contra el escurridizo fundador de Al Qaeda, Osama Bin Laden. De tal manera que las mentes pensantes de la CIA en su obcecada e ignorante cortoplacista estrategia idearon un falso proyecto de vacunación contra la hepatitis B. Dicho engaño les permitió acceder sin levantar sospechas a la zona de Pakistán en donde supuestamente se escondía el terrorista. Y así bajo la cobertura sanitaria de un inventado proyecto internacional de vacunación pudieron recoger muestras de sangre de los habitantes del barrio donde se había escondido supuestamente Osama. Después, un simple análisis de comparación genética de las muestras de ADN recogidas en Pakistán con las obtenidas de diferentes parientes miembros de su prolífica familia permitió identificar a los hijos de Bin Laden y de ahí localizar con total certeza el escondite de Osama. Por si tienen interés, Hollywood ha mostrado su particular visión de los hechos en la película La noche más oscura.
Por cierto Shakil Afridi, el médico que se prestó a la farsa fue posteriormente detenido y condenado a 33 años de prisión en Pakistán, sentencia que ha sido revocada por defectos de forma y que por tanto se encuentra en la actualidad a la espera de un nuevo juicio. Mientras tanto, EEUU le ha concedido la nacionalidad norteamericana, la Medalla de Oro de Congreso y ha intentado intercambiarlo sin éxito por una mujer pakistaní encarcelada en los Estados Unidos, más o menos como en las viejas películas de espías de la guerra fría. Incluso en una evidente muestra de enfado, el Senado de los EEUU llegó a recortar en 33 millones de dólares la ayuda que recibe Pakistán en cuanto se enteró de la pena de prisión a la que condenaron al médico: un millón de dólares por cada año de prisión.
Y si ya era de por sí difícil hacer entender la importancia de las vacunas en el radicalizado y fanático mundo islámico, en donde diversos clérigos han predicado que la vacunación es una conjura antimusulmana que pretende encubrir una diabólica campaña de esterilización masiva de los creyentes en Alá, con el resultado de ataques contra diversas clínicas y asesinatos de personal médico por parte de los radicales musulmanes, pues imaginen la actual situación. Este irresponsable y reprobable uso de las campañas de vacunación humanitarias al servicio de vengativos fines militares de la geoestrategia estadounidense (no olvidemos que el criminal saudí fue directamente ajusticiado por comandos estadounidenses de la misma manera que él mismo ordenaba ejecutar a sus enemigos en una moderna reedición de la Ley del Talión) ha puesto a todo el abnegado personal médico (que ya de por sí realiza habitualmente su encomiable labor en unas duras condiciones) peligrosamente en el punto de mira de los talibanes islámicos de medio mundo tal y como denunció en su momento la ONG Médicos Sin Fronteras. Por lo que en la actualidad en muchas aldeas de las regiones tribales autónomas de Pakistán, refugio del islamismo más fanático es imposible en la práctica llevar a cabo ningún tipo de vacunación y en donde según relata Tariq Bhutta de la Asociación Pediátrica de Pakistán los ataques contra el personal médico son cada vez más frecuentes y violentos. Por lo que cada vez es mayor el número de niños que nacen en las todavía prolíficas familias pakistaníes sin posibilidad alguna de ser vacunados contra el poliovirus.
P.D.
Y no piensen que en nuestro supuestamente desarrollado mundo occidental la situación de la vacunación es idílica. En muchos países proliferan los más variados y extraños movimientos antivacunas. Así por ejemplo en España existe una asociación que con el eufemístico nombre de “Liga para la libertad de vacunación” lucha activamente contra las vacunas. Es más, estos movimientos se están infiltrando en el sistema sanitario de tal forma que ya se han dado casos en EEUU de enfermeras que han alegado motivos religiosos o filosóficos para negarse a ser vacunadas. Pero el colmo de la irracionalidad antivacunas se ha dado en Australia en donde el movimiento antivacunas local aprovechándose de los privilegios que tiene la religión en todos los países y apelando a la sacrosanta libertad de culto fundó una nueva iglesia, la “Church of Conscious Living” para blindar sus irracionales posturas ante la ley de tal manera que, hasta el propio ministro de sanidad australiano tuvo que reconocer el peligro de esta situación, puesto que ahora ya no se puede exigir el cumplimiento del calendario vacunal para los niños de estos irresponsables “creyentes” padres.
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tadísticas parecidas en España, pero no me sorprendería para nada encontrar resultados parecidos entre los votantes de partidos de derecha e izquierda. Es un fenómeno global. No hay más que darse una vuelta por cualquier blog negacionista y es fácil diferenciar dos tipos muy claros. El primero es el de los típicos blogs magufos. En ellos cabe de todo: el cambio climático es una conspiración, el 11S es una conspiración, el sida es una conspiración… En ellos la ideología es, bueno, se podría decir que su ideología es “yo soy más listo que nadie y veo conspiraciones que nadie más puede ver”. Realmente viven en su mundo y no tienen mucha influencia más allá de los cuatro alucinados que les leen mientras se toman un chupito de MMS.
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